Hemos oído hablar infinidad de veces de los radicales libres y lo peligrosos que resultan si se producen en exceso. Pero, ¿realmente sabemos qué son exactamente? Vamos a repasar algunos factores químicos para darle sentido a estas dos palabras que tanto nos asustan. Las células del cuerpo están formadas por moléculas. Cada molécula dispone de varios átomos que están formados por protones y electrones. Los radicales libres son estos electrones que se han separado, dejando al átomo sin su pareja correspondiente.
Gran parte de los radicales libres se forman por el propio sistema inmune de nuestro organismo para acabar con virus y bacterias. Aunque, los factores ambientales y de estilos de vida también influyen en la creación de radicales libres. Si se forman de manera continuada, en cascada, pueden llegar a corromper una célula viva, lo que es muy dañino para el organismo. Los rayos ultravioletas del sol, la contaminación, el humo del tabaco y la carencia de vitaminas en nuestro cuerpo aumentarán significativamente la dosis de radicales.
Es curioso que estos electrones desemparejados, tan perjudiciales, puedan ser muy beneficiosos siempre que se creen en pequeñas dosis para establecer un sistema inmunitario fuerte y saludable. El problema está cuando la cantidad de radicales libres aumenta de manera significativa y no hacemos nada para pararlos.
Los radicales libres son los causantes del envejecimiento. Por este motivo, se dice que tomar el sol de manera excesiva envejece la piel. Lo que ocurre realmente, es que los rayos ultravioletas del sol generan grandes dosis de radicales y, estos, actúan de manera muy negativa sobre nuestro organismo, acelerando los procesos de envejecimiento. Una producción descontrolada de electrones sin pareja puede provocar algunas deficiencias cardiacas, aumentando los niveles de colesterol malo en el organismo.
Cómo acabar con los radicales libres
La única forma de frenar la creación de radicales en el organismo es el consumo adecuado de antioxidantes. Las sustancias antioxidantes liberan electrones en la sangre que, son captados por los radicales libres, logrando neutralizarlos y formando, así, moléculas estables. Los antioxidantes los podemos consumir de diferentes maneras. En primer lugar, a través de la dieta diaria. Es muy importante incluir en nuestra dieta todo tipo de frutas y verduras que contengan altos niveles de antioxidantes. Debemos ingerir vegetales extremadamente variados, porque no todos frenan los mismos tipos de radicales libres. Así que la necesidad de una dieta saludable, rica y variada es primordial.
Los antioxidantes se encuentran en las vitaminas, sobre todo en las del grupo C y E y en los betacarotenos. Complementar nuestra dieta diaria con suplementos nutricionales ricos en antioxidantes será un acierto para garantizar una estabilidad mayor en la producción de radicales libres.
Un estilo de vida saludable es, también, fundamental, para que nuestro cuerpo no esté expuesto a altas dosis de electrones perdidos en busca de pareja. Si tomamos medidas previamente, lograremos no tener que luchar contra problemas mayores en el futuro.