Existen afirmaciones muy llamativas con respecto a posibles efectos negativos de la soja. Sin embargo, la evidencia científica apunta en dirección contraria. El Dr. Javier Haya, Jefe de Servicio de Ginecología y Obstetricia del hospital general de Ciudad Real, es además Presidente de la Sociedad Española de Ginecología Fitoterápica y un gran conocedor de los beneficios que tienen ciertos componentes vegetales para la salud, entre los que se encuentra la soja. El último trabajo que ha desarrollado comprende una exhaustiva revisión bibliográfica acerca de multitud de mitos que circulan en torno a la soja, y en especial en Internet.
Falsos mitos de la soja
Soja y efecto hormonal: En la Red es posible encontrar la soja relacionada con un efecto feminizante sobre el varón o un efecto negativo sobre el ciclo femenino y sobre su fertilidad. Para comprender la razón por la cual estos efectos no son reales, es necesario, según explica el doctor, aclarar varios puntos:
1. Existen dos tipos de receptores estrogénicos: los de tipo α y los de tipo β.
2. La distribución de los receptores α y β es totalmente irregular en la mujer y en los tejidos masculinos sólo existen receptores de tipo α.
3. Los fitoestrógenos de la soja tienen afinidad por los receptores β, localizados en cerebro, hueso y aparato cardiovascular, donde pueden ejercer su efecto. Pero “pasan de largo” por los receptores α de la mama y el aparato genital de la mujer y todos los del varón, por lo que no producen efecto en ellos.
Por tanto, resume, al no tener ni el varón, ni la mama, ni el aparato genital de la mujer receptores β, los fitoestrógenos no ejercen acción hormonal sobre ellos.
Por tanto, resume, al no tener ni el varón, ni la mama, ni el aparato genital de la mujer receptores β, los fitoestrógenos no ejercen acción hormonal sobre ellos.
Soja e hipotiroidismo: Uno de los mitos que con mayor frecuencia circula acerca de la soja es su relación con el desarrollo de hipotiroidismo. Según explica el Dr. Haya, este mito proviene de dos orígenes:
- El primer preparado para lactantes comercializado cuya proteína provenía de la soja, se relacionó con el desarrollo de hipotiroidismo neonatal. Pero la razón no era que la proteína se obtuviera de la soja, sino que en la composición de este preparado no se había incluido el yodo.
- La segunda razón es que la soja, como otros vegetales (las judías, la cebolla, el ajo y especialmente todas las variedades de col) contiene ciertas substancias que dificultan la absorción del yodo. Pero en la práctica haría falta un consumo abusivo y casi exclusivo de éstos (por ejemplo; ingerir 500 g al día de col durante varias semanas) para tener una repercusión sobre el funcionamiento del tiroides.
Soja y cáncer de mama: El Dr. Haya desmiente la frecuente asociación de la soja con un mayor riesgo de padecer cáncer de mama y nos remite a la página web de la Asociación Española para la Lucha contra el Cáncer (AECC), donde se afirma que, si bien no hay estudios concluyentes sobre el probable efecto protector de estas sustancias, “no hay ninguna evidencia de que el consumo de soja o productos derivados de la misma aumenten la incidencia o el riesgo de cáncer de mama”.
Centrándose en el posible riesgo que implicaría su consumo, el Dr. Haya afirma rotundamente que “hasta el momento, ninguna institución pública de salud, ministerio de salud u otra institución gubernamental, sociedad científica o universidad (es decir, nadie) ha publicado algún tipo de alerta con respecto a que la soja produzca o agrave el cáncer de mama.”
Soja y flatulencia: ¿Produce flatulencia la soja? La respuesta es sí. Al igual que todos los vegetales, afirma el Dr. Haya, pues tiene una importante cantidad de fibra vegetal, la cual no puede ser digerida por nosotros. Las bacterias intestinales cuentan con un aparato enzimático que es capaz de transformar la celulosa en glucosa, esto tiene un efecto no deseado, que es la producción de importantes cantidades de diversos gases, que se acumulan en el tracto digestivo. Así pues, este efecto de la soja es común a todos los alimentos de origen vegetal, sin que, por lo demás, tenga mayor importancia, puntualiza el Doctor.
Soja y transgénicos: Es necesario primero aclarar que no toda la soja es transgénica. Actualmente lo que obliga la ley es a indicar en el etiquetado si se ha elaborado el alimento con Organismos modificados genéticamente (OMG) y no lo contrario. Sin embargo, algunas marcas de confianza que no utilizan soja transgénica lo hacen constar en el envase para aportar mayor información al consumidor. Por ello merece la pena leer el etiquetado de los alimentos.
Tras este breve recorrido sobre los mitos más difundidos de la soja, el doctor apunta que, aunque algunos se empeñen en que no la consumamos, casi un tercio de la población mundial la ingiere rutinariamente. Incluso en nuestro entorno más cercano existen millones de vegetarianos que basan su dieta en la soja.
El Dr. Haya concluye incitándonos a ser críticos con la gran información existente a nuestro alcance y nos sugiere adoptar criterios que nos permitan separar “el trigo de la paja” y no aceptar como buenas aquellas noticias que no cuentan con suficiente soporte científico.
Me parece que todo alimento peca de mitos… y en la actualidad creo que hay demasiados estudios e informes sobre los beneficios o no de muchos alimentos.
Personalmente creo que el factor «mente» tiene mucho que ver porque no va a ser lo mismo comerte una naranja pensando que puede ser mala para no se qué que comértela pensando que te cura un resfriado porque tiene mucha vitamina c (cuando hay otros alimentos de cuadriplican esta vitamina a la naranja) 🙂
Cuando un producto está de moda o tiene mucha tirada, siempre aparecen detractores que siembran rumores y más rumores., y con la soja, ha vuelto a ocurrir.
Pues sí, hay muchos mitos, lo cierto es que su sabor es agradable, sobretodo si la hierbes y tomas, y eso de que es pesada de digerir es falso, tal como mencionas en el artículo.
La verdad no había escuchado ninguno de estos mitos acerca de la soja, pero opino lo mismo que ningún alimento se salva de ellos pero es debido a que todos los cuerpos son diferentes y funcionan diferente. Lo que a algunas personas les sienta mal a otras les va de maravilla. Yo sufro de hipotiroidismo y consumo soja pero jamás he tenido problemas, al contrario me encanta! Saludos!
Nunca me ha gustado la soja (reconozco que tampoco le he dado muchas oportunidades), pero tras leer el artículo puede que me decida a tratar de integrarla en mi dieta.
En cuestiones alimenticias no soy de los que hace demasiado caso a los mitos (y menos si vienen de la red). Intento guiarme por mi paladar y como tampoco soy exigente ya que como única y exclusivamente para sobrevivir, no por que encuentre placer en ello, no apuesto por este tipo de productos.
El problema con la soja es uno y solo uno.
Pero para entenderlo es necesario ver la visión japonesa sobre dicho alimento, en Japón la soja ha sido un alimento que se ha consumido durante siglos, a raíz de esa, se implanto en nuestra cultura el consumo de la soja.
Pero hasta ahí no mas llegan los parecidos.
En Japón, la soja se somete a un proceso artesanal para eliminar ciertos elementos nocivos que contiene, proceso que dura cerca de 5 años y que garantiza consumir un alimento que no va a ocasionar ningún daño a la salud.
En occidente, de sobras es conocido que prima el beneficio económico sobre cualquier otra consideración, de ahí que el tratamiento de la soja ni en broma se asemeja al proceso japones.
En otras palabras, la producción de soja en occidente no elimina los componentes nocivos, por lo tanto, no es de extrañar que cause perjuicios en la salud de las personas que comen dicho alimento,, mientras en Japón, no sufren esos mismos problemas.